Narrativa fotográfica. Contando la historia de una boda. Vol. I

Cuando el fotógrafo se sitúa delante de una acción, independientemente de la estampa que tenga en frente, está recogiendo un pedazo de una realidad, en primera instancia visual a nivel físico, porque está captando unos elementos que son reales en tiempo y espacio.

 

Efectivamente es el fotógrafo quien decide dónde poner los límites de su fotografía. Por ello el encuadre es el principal motor de una imagen fotográfica, después de la exposición correcta de luz. Con esa elección de la perspectiva y de los márgenes de esa realidad que quiere plasmar, no sólo está imprimiendo su autoría, su personal interpretación frente a la interpretación de otros, sino que está eligiendo aquello que nos quiere contar, está enmarcando su propia visión de la realidad.

 

Sobre ésto hay una fotografía maravillosa del por aquel entonces joven Stephen Shore, donde aparece parte de un equipo de fútbol que está siendo fotografiado por un fotógrafo (en este caso era el director del internado donde residía Shore) y donde se ve reflejada la sombra del autor américano.

 

Shore© Stephen Shore

 

Habiendo elegido ese encuadre para su estampa, ya estaba dando lecciones de su autoría como fotógrafo además de enmarcar una realidad distinta (complementaria más bien) a la imagen que estaba tomando el director del centro.

 

Por tanto, de un plano general a un acercamiento a los objetos o sujetos, existe ya una impronta artística y estilística que hace que el espectador perciba la imagen desde emociones completamente diferentes. Por ello cada fotógrafo tiene su propio equipo en cuanto a lentes elegido personalmente por la práctica y por sus inquietudes visuales.

 

Parece que en estos primeros párrafos estamos hablando de una fotografía afín al fotoperiodismo, fotografía callejera e incluso la que nos interesa, la fotografía de bodas, por ese reflejo de la realidad que tenemos delante pero enmarcada según nuestra conveniencia como autores.

 

miradaencuadrada© Azul casi blanco 

 

Ya en esa enmarcación de la realidad y la manera en que la lleva a cabo, el fotógrafo está dotando a las imágenes de narrativa debido a ese querer contar una historia a partir del encuadre de los elementos, dentro de un plano general o más cerrado, que son los que permiten que la imagen cobre sentido.

 

lagrimas© Patricia Bara 

 

Imaginemos una situación en una boda. Una fila por detrás de los novios sentados en la ceremonia, la hermana del novio seca sus lágrimas con un pañuelo. Si enmarcamos la escena de tal manera que el foco de atención sea ella con los elementos de alrededor ayudando a situarnos pero sin entorpecer nuestra visión, en ese momento estaremos creando una pequeña historia dentro de la gran historia que supone un reportaje de boda.

  

 

Sobre composición ya hablamos en algún artículo anterior donde además buscábamos la inspiración en el cine, vimos con ello cómo juega un papel muy importante dentro de la narrativa de las imágenes, así que en este punto y viendo que una fotografía puede contener una historia, vamos a ampliar el discurso hacia las series fotográficas y, con ello, al reportaje de boda.

 

 

 

Pero ya será en otro capítulo. Mientras, os recomiendo la película “Blow Up”, donde el protagonista, que es fotógrafo, se ve envuelto en una trama entre la realidad y ficción, que os hará comprender muy bien esa enmarcación de la escena y la subjetividad del espectador que hemos estado comentando.

 

Por Gema S. Nájera

Foto portada: Patricia Bara

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