
El bodegón en la fotografía de bodas
Quien diga que la fotografía de bodas es una tarea sencilla, que se limita sólo a documentar los momentos principales y a no poner atención en todo aquello que rodea el evento, no está siendo consciente de la nueva tendencia que estamos experimentando.
Una tendencia en parte propiciada por el binomio fotógrafo y wedding planner, en la cual tan importante es fotografiar la parte humana como los bodegones de detalles que están presentes en cada rincón de la decoración.
Esos bodegones, también constituyen un recurso interesante para contextualizar la narrativa en una boda, con lo cual son partes (ya imprescindibles) en la composición de un álbum fotográfico. Por ende, el fotógrafo, debe tener la sensibilidad y la técnica para fotografiar esos elementos de manera armoniosa y en absoluta consonancia con el conjunto de la boda.
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Obviamente hay bodas cuya decoración no está precisamente enmarcada en el tipo de tendencia que estamos intentando presentar, y es que realmente es en el terreno de bodas vintage o con una decoración muy personal pero cuidada, donde estos detalles en forma de bodegones cobran sentido.
Referencias de moda
Como referencia principal me vienen a la mente los blogs de cocina, que hace tan solo tres o cuatro años, empezaron a preocuparse por la estética a la hora de presentar las recetas. Para conseguirlo, los bloggeros se hicieron con vajillas vintage, cubertería romántica, mesas de madera (papeles pintados también simulando distintas maderas) así como telas que venían a contextualizar muy bien el plato, preparado todo de tal manera que incitaba a observar los blogs más por su estética que por las recetas en sí.
Esa línea venía propiciada por un revival de esa estética romántica vintage, no solo en las bodas como hemos venido observando con más intensidad en el último par de años, sino en cafeterías, restaurante y espacios de moda.
Referencias en la pintura
Si queremos hablar de bodegones, nos tendrían que venir a la mente esas composiciones de luces con claroscuros tan presentes en la pintura del Barroco, lo cual nos haría pensar en un tipo de fotografía anticuada, pero nada más lejos de la realidad, nos puede conducir a un mundo de simbologías que irían más allá de la estética vacía.
Por ejemplo, en el cuadro de Zurbarán “Bodegón con cacharros”, existe toda una iconografía religiosa detrás de cada elemento. Obviamente todas estas cuestiones competen al wedding planner, y seguramente cobren sentido a través de las flores utilizadas y pequeños detalles que de algún modo tengan relación con los novios.
Si nos vamos a una cuestión más estética, aunque tampoco carente de simbología en algunos casos, todo este mundo vintage estaría más referenciado con los cuadros prerrafaelitas de finales del XIX, con un gusto por lo floral que sin duda ha repercutido tanto en los tocados como también en el tipo de vestuario de las novias.
En esos albores, también a principios del XX, la luz natural utilizada en el Impresionismo nos hará conocer, a través de Renoir, Manet e incluso Degas, nuevos caminos para inspirarnos.
Luz artificial o natural, técnica y composición
Si hablamos de la luz, la mayoría de las bodas que responden a esa estética vintage, se celebran en exteriores, con lo que dispondremos de luz suficiente, aunque en algunos casos, si la boda es de mañana y existe demasiado contraste por el sol, nos podremos ayudar de un flash de relleno.
Usar objetivos que nos permitan desenfoques sutiles, como 35mm en apertura 1.8 o 2.0, harán que los elementos del bodegón queden representados con un bonito bokeh y con una atmósfera alrededor, sin llegar a obtener fondos demasiado rotos sino con la justa información.
Por lo general las fotografías de bodegón que responden a las mesas, suelen hacerse en formato vertical, sobre todo porque a la hora de componer el álbum fotográfico nos da opción de hacer dípticos, a la vez que nos ofrece una perspectiva mucho mayor.
Lo cierto es que poco hay que hacer cuando el trabajo del decorador es impecable, nuestro cometido estará más orientado a buscar un encuadre armonioso y a trabajar las luces para que el estilo de la foto quede acorde con el tono general del reportaje de la boda, ya que debemos en tener en cuenta que el editado de esas imágenes deben ser iguales al resto para darle coherencia estilística.
Incluir los detalles y bodegones en el álbum fotográfico
Como comentábamos al principio de este artículo, este tipo de fotografías son un recurso estupendo para contextualizar los distintos momentos de una boda. No sólo reflejarán el trabajo del decorador y demás proveedores, sino que además son imágenes que los novios querrán tener porque forman parte, como actores secundarios, de los pequeños detalles que envolvieron su gran día.
Por tanto, especial atención a los anillos en las fotos de los preparativos, fijándonos en utilizar un fondo acorde respecto al conjunto general de la boda. De igual modo el tocado antes de ponérselo a la novia, o los zapatos, así como flores y otros elementos que estén presentes en esos momentos y que puedan conformar un “collage” ordenado en una o dos páginas del álbum.
Después, contextualizar el convite con fotografías previas a que los comensales estén sentados, hará que ese espacio vacío en cuanto a invitados sea el preludio perfecto, teniendo especial atención en esos pequeños detalles que cuentan cosas sobre los novios. En este sentido es imprescindible tener intuición o sensibilidad para darnos cuenta, o haberlo comentado con anterioridad con el wedding planner, puesto que esos elementos, harán que podamos ofrecer una iconografía más allá de lo visual.
Otros espacios igual de interesantes pueden ser los detalles del catering durante el coctail, ya que muchas veces se realizan composiciones de mesas con alimentos, donde bien podríamos tener presentes esos bodegones de la pintura que mencionábamos anteriormente. De igual modo el photocall cuando es un espacio de múltiples detallitos, nos dará planos de recurso para elaborar ese álbum fotográfico que también nos va presentando esos espacios utilizados.
En conclusión
Incluir estas imágenes hace que también respiremos en la narrativa de la boda, puesto que en ocasiones tener demasiadas fotografías de los novios o los invitados, puede hacer que nuestra vista se acostumbre haciendo que no se sorprenda con instantáneas distintas.
Nos dará pie a pararnos, contextualizar los distintos momentos y ambientes, y ofrecernos una mayor información sobre los gustos de la pareja y el trabajo bien realizado de una boda en todo su conjunto. Y no olvidemos que ya en el Imperio Romano los frescos y mosaicos mostraban banquetes. El arte, y este caso la fotografía, no puede obviar lo que somos y lo que nos representa.
Por Gema S. Nájera
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